La generación trágica

 Generación Decapitada 

La generación decapitada fue el nombre que recibió un grupo de poetas considerados los padres del movimiento modernista ecuatoriano. El porqué de ese nombre tan lúgubre se debe a que todos estos escritores, a muy temprana edad, acabaron con sus vidas suicidándose. Esta generación nunca tuvo consciencia de formar parte de un grupo ni de ser baluartes o levantar algún movimiento. Si había algo que les unía eran las letras, la melancolía, una tristeza honda y unas ganas de irse pronto, sin que nadie les llamara. Los hombres que conformaron la generación decapitada fueron los quiteños Humberto Fierro y Arturo Borja; y los guayaquileños Ernesto Noboa y Caamaño y Medardo Ángel Silva. Como parte de las ironías de la vida, el bautizo de la agrupación fue años después de sus muertes.

Representantes y sus obras 

Medardo Ángel Silva: Era originario de Guayaquil. Nació en 1898, un 8 de junio. Su vida estuvo marcada la pobreza; esta generó un sentimiento propio de rechazo y oprobio, a pesar de poseer un talento inmenso para las letras. Para ayudarse y colaborar con la familia, entró a trabajar a una imprenta. Estar trabajando allí le facilitó en 1918 la publicación de su primer y único libro de poemas: El árbol del bien y el mal. Un año después de publicar su libro, el poeta tomó la cruenta decisión de acabar con su vida en frente de su amada. Según cuentan, era un amor no correspondido. Su poesía está marcada por ese aire melancólico y con una sabiduría que no correspondía con su edad como creen muchos. Publicó su libro Romanza de las horas en 1922. Por esta obra recibió grandes elogios, pero el reconocimiento no bastó y siguiente la suerte de los decapitados cinco años después.


Arturo Borja: Originario de Quito, nació en 1892. También tenía una posición acomodada, de ascendencia real. Fue uno de los más jóvenes en despedirse morir. Su obra no es muy amplia, pero tiene un peso literario considerable; de hecho, fue el primero de los decapitados en mostrar claros rasgos modernistas en sus letras. Con marcadas tendencias depresivas en sus poemas y en su vida misma, fue inspirado también por los poetas malditos, a quienes leyó y siguió. A la corta edad de 20 años se casó y luego se suicidó con una sobredosis de morfina. Después de su muerte se publica formalmente su poemario La flauta de ónix y seis poemas más. 


Humberto Fierro: Es originario de Quito. Nació en 1890, en el seno de una familia aristócrata ecuatoriana. Tuvo contacto con la poesía gracias a los libros de la biblioteca familiar; allí quedó prendado de las letras por el resto de su vida. Si bien tenía gran influencia de los poetas simbolistas y parnasianos franceses, los cuales leía sin mesura, su poesía era pura y de lenguaje sencillo. Hizo una gran amistad con Arturo Borja y fue él quien lo convenció de publicar su primer libro. En 1929, y luego de la insistencia de Borja, publicó El laúd del valle. Esa obra fue su logro más significativo. La muerte lo recibió 10 años después de la publicación de su libro; luego de su muerte se publicó su otro libro: Velada palatina. La generación decapitada vino a inyectarle su vida poética a Ecuador en versos de sentir verdadero. Cuando nadie apostaba nada por la poesía latinoamericana, estos hombres se dieron de lleno para hacerse presentes con sus letras.

Medardo Ángel Silva

Danse d´Anitra

Va ligera, va pálida, va fina,

cual si una alada esencia poseyere.

Dios mío, esta adorable danzarina,

se va a morir, va a morir… se muere.


Tan aérea, tan leve, tan divina,

se ignora si danzar o volar quiere;

y se torna su cuerpo un ala fina,

cual si el soplo de Dios la sostuviere.


Sollozan perla a perla cristalina,

las flautas en ambiguo miserere…

Las arpas lloran y la guzla trina…

¡Sostened a la leve danzarina,

porque se va a morir… porque se muere!

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